28.2.23

NUESTRO EGO DE CADA DÍA

Nuestro ego de cada día,  siempre frágil, necesitado y temeroso,  nos convierte en mendigos de amor, cariño, atención, aceptación, admiración, siempre dependientes de lo viene del. exterior, (llámese pareja, jefes, amistades, conocidos, etc) para sentirnos bien.

Cuando el ego no consigue que los demás satisfagan sus necesidades se vuelve irritable, demandante,  criticón, quejoso y sufridor.

Nuestro ego no va a desaparecer pero podemos aprender a tomar conciencia de su presencia en nuestra sensación de insatisfacción, malestar e inconformidad con la vida. 

Aprendamos a reconocer nuestro ego y aceptarlo con compasión y empatía pero sin identificarnos con sus carencias.

Para tomar conciencia del ego, podemos aprender a permanecer alertas, en presencia consciente, observando  lo que susurra contínuamente nuestra mente parlanchina.

Para observar nuestro ego  permanecemos en conciencia plena, atentos a lo que pasa en nuestros pensamientos y emociones y nuestro cuerpo, en la tarea de reconocer, aceptar, investigar, sin identificarnos, soltando y dejando ir, los pensamientos y emociones, que nos llenan de preocupación e insatisfacción, pues son como  nubes que ocultan momentáneamente el claro cielo de la conciencia.

 Cuando observemos el ego frágil, necesitado y temeroso en otras personas, aunque se esconda bajo la máscara de la inflación, la soberbia y la arrogancia, la ira o los celos y el control, también podemos  ser compasivos y empáticos porque conocemos por nuestra experiencia  solo es una fachada que esconde su fragilidad.