Mujeres y hombres tenemos en nuestra Alma aspectos femeninos positivos y negativos y aspectos masculinos positivos y negativos, pero muchos de esos aspectos son inconscientes, es decir desconocidos para nuestra conciencia y se expresan proyectados o puestos en otra persona o personas.
El Sistema Patriarcal contribuyó a que el hombre reprimiera y negara sus aspectos femeninos, e igualmente reprimiera y negara los aspectos masculinos en la mujer, manteniéndo a las mujeres dependientes, en una posición de menoría de edad social y jurídica.
En el siglo XX la mujer desarrolló parte de sus aspectos masculinos, reprimidos y negados durante tanto tiempo, que se expresaron de manera agresiva en los movimientos de liberación femenina, quizás a costa de algunos aspectos femeninos, como lo plantea la analista junguiana Irene Claremont de Castillejo, en su libro ``Conociendo a la Mujer``.
El Feminismo unilateral decayó, como corresponde al movimiento pendular de todo extremismo, pues luego de un machismo a ultranza, propio de las sociedades patriarcales y de un feminismo también a ultranza, propio del desarrollo exacerbado y unilateral de un aspecto masculino negativo en la mujer, se tiende a la búsqueda del equilibrio y son pocas las mujeres que hoy día se adhieren a un feminismo radical y hay una tímida tendencia en los hombres a aceptar y reconocer sus aspectos femeninos.
El prologista del libro de Irene Claremont antes citado, menciona como una realidad, la gran cantidad de mujeres solas, con dificultades para constituir pareja, y también agrego yo, de madres solteras dentro de la clase media profesional.
Aunque esto puede ser achacado en parte al desarrollo de un aspecto masculino negativo en la mujer, no dejo de preguntarme también, si esto se debe a que el hombre ha tenido mayores dificultades para desarrollar los aspectos femeninos de su Alma, como resultado del mismo Sistema Patriarcal, en comparación a la fuerza y rapidez con que la mujer pudo desarrollar sus aspectos masculinos positivos, que le permitieron acceder a espacios que antes le estaban negados, tales como la educación, el desempeño profesional y la independencia económica, por lo menos en gran parte de las sociedades de la cultura occidental .
Es necesario que los hombres conozcan, acepten e integren de manera consciente sus aspectos femeninos, tanto positivos como negativos, para no proyectarlos, como sucede frecuentemente, de manera negativa en las mujeres, con suerte a veces lo proyectan positivamente; o se mueven pendularmente entre proyecciones negativas y positivas. Lo que ocasiona que a veces nos vean como brujas castrantes, otras veces caen presos de hadas, sirenas encantadoras o vampiresas y otros van buscando de mujer en mujer aspectos desconocidos de su propia Alma.
Los hombres tiene que asumir conscientemente sus aspectos femeninos y recoger sus proyecciones tanto positivas como negativas sobre las nujeres concretas que se cruzan en su vida.
Igualmente las mujeres tienen que conocer, aceptar e integrar los aspectos masculinos de su Alma tanto positivos como negativos, pues si no lo hace los proyectará sobre sus posibles parejas; permitir que su feminidad se exprese sin caer en competencias de poder, y sin buscar en ellos aspectos propios no desarrollados que desconocen en sí mismas, y cuando no los encuentran en el hombre concreto, se decepcionan y se sienten estafadas.
También las mujeres tenemos aspectos femeninos negativos, que nos llevan a comportarnos efectivamente como brujas, hadas, sirenas, vampiresas o mujeres devoradoras, tenemos que hacerlos concientes para evitar que nos posean, y nos hagan víctimas de ellos a nosotras y a nuestras parejas.
Mujeres y Hombres tenemos que conocer e integrar los aspectos femeninos y masculinos, positivos y negativos, de nuestra Alma, es un trabajo interno con nuestra propia sombra, necesario para poder construir relaciones de pareja nutrivas y de contención emocional para ambas partes.